Autores: Reyes Díaz Rosario Adriana, Blasco López Gabriela, Baizabal Sánchez Gabriela, Martínez Juárez Lorena Danaé
Introducción
Las principales enfermedades no transmisibles (ENT) que representaban un impacto adicional en la enfermedad por COVID-19 eran el sobrepeso y obesidad, ya que estas suponían un nuevo reto sanitario, debido a que aumentaban el riesgo de infección, hospitalización y gravedad en comparación de las personas con normo peso [1]. Las emociones también podrían participar como un factor psicológico en cuanto a la selección y consumo de alimentos, ya que pueden inhibir o intensificar el apetito, efectuando cambios en el peso corporal [2]. Antiguamente, se creía que el sueño únicamente desempeñaba un rol relevante en el desarrollo cerebral y plasticidad neuronal, sin embargo, diversas investigaciones nos han esclarecido que la privatización del sueño altera los mecanismos hipotalámicos encargados de regular el apetito y el gasto energético [3]. Cuando experimentamos periodos prolongados de estrés y aburrimiento, es común que el peso corporal tienda a aumentar, debido a que perdemos el control sobre nuestra ingesta diaria, ya que nos llevan a encontrarnos con alimentos que son muy atractivos, pero poco saludables. Es por ello, que las emociones podrían tener cierta influencia en cuanto a la selección, la calidad y cantidad de alimentos que consumimos y que, a su vez, originan cambios en el peso corporal [4], [5]. El propósito fundamental de esta investigación es hallar una relación real entre el aumento de comedores emocionales y el índice de sobrepeso durante la pandemia del COVID-19.
Materiales y métodos
Se realizó un estudio retrospectivo, descriptivo y explicativo, en Veracruz, México. Este estudio tuvo la participación de 48 personas (19 hombres y 29 mujeres) con edades de entre los 18 y 32 años (M=22), a quienes se les aplicó un cuestionario virtual utilizando la plataforma de Google Forms. El cuestionario fue dividido en tres secciones: hábitos y conducta, frecuencia de consumo de alimentos y tipo de comedor. En esta última sección, se aplicó el Cuestionario de Comedor Emocional, diseñado por Garaulet (2012), que clasifica a los individuos con relación a su ingesta alimentaria y emociones experimentadas [6]. Posteriormente, se utilizó la herramienta de Excel 2019 para observar estadísticamente los registros obtenidos. Con la información adquirida, se realizó un análisis comparativo entre investigaciones académicas con variables o características similares a las nuestras (obtenidos a través de Google Scholar) y los datos expuestos por la muestra. Se describieron las características de la realidad observada, con los factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles, la conducta alimentaria y hábitos cotidianos alterados durante la pandemia
por COVID-19. Finalmente, se exploró la relación entre distanciamiento social con los cambios en la conducta alimentaria de los participantes, a partir de una perspectiva del comedor emocional y los factores que influyen en sus decisiones dietarías.
Resultados
Hábitos y conducta. Previo a la pandemia, el 54.16% de encuestados acostumbraban a dormir a las 11 pm, el 18.5% de personas iban a dormir a las 12 am, el 12.5% de personas acostumbraban a dormir a la 1 am, el 12.5% de personas a las 2 am o más tarde y solo el 2% dormía a las 10 pm. Esto cambió notablemente durante la pandemia, ya que el 35.4% prefería dormir después de las 2 am, el 31.2% dormía a partir de la 1 am, otro 18.7% prefería descansar a las 12 pm, mientras que el 12.5% dormía a las 11 pm y tan solo el 2% de ellos acostumbraba a dormir a las 10 pm. En cuanto al ejercicio, antes de la pandemia, el 52 % de los encuestados admitieron no realizar algún tipo de actividad física, a diferencia del 48.9% que sí realizaban. Durante la pandemia, el 52% sujetos realizaron ejercicio, en comparación con el 48.9% que no lo hacían. Frecuencia de consumo de alimentos. La información obtenida en el cuestionario muestra que, previo a la pandemia
el 64.6% de los encuestados tenían horarios establecidos de comida, es decir, desayuno, almuerzo, cena y colaciones, a diferencia del otro 35.4% de encuestados que no contaban con estos horarios establecidos. También se observa que, durante el periodo de aislamiento hubo un cambio significativo en estos datos, ya que un 50% de los encuestados no tenían horarios establecidos de comida, mientras que el otro 50% de ellos seguían manteniendo estos horarios establecidos. Durante la pandemia se observaron cambios significativos en el peso corporal. Se registró un aumento promedio de peso en mujeres de 3 a 11 kg, mientras que en hombres este aumento fue menor, con un promedio de 3 a 5 kg. Tipo de comedor. A las preguntas de la número 20 a la 39, se les asignó un valor a cada opción y posteriormente se sumaron los puntos para descubrir al tipo de comedor. (valor “0” nunca / valor “1” a veces / valor “2” generalmente / valor “3” siempre)
Discusión
La investigación arroja hallazgos que se asemejan considerablemente a los obtenidos en distintas zonas geográficas, en el 2020, Severi & Medina identificaron las modificaciones en el comportamiento relacionadas con la alimentación y la actividad física durante el confinamiento en 170 empleados uruguayos que fueron sometidos a trabajar de forma remota, donde el 23.5% fueron mujeres y el 76.5% hombres, en sus resultados se observa un aumento de peso en la tercera parte de los trabajadores (30.6%) y cambios en su comportamiento, siendo así el 47% de ellos quienes manifestaron un incremento en la ingesta de alimentos o con una mayor frecuencia. Estos datos, se aproximan mucho a la evidencia reportada en nuestra investigación. En cuanto a la selección de alimentos, la mayoría de encuestados informó haber aumentado el consumo de alimentos ricos en carbohidratos y productos ultra procesados, aunado a esto, un porcentaje significativo de la muestra admitió haber disminuido su nivel de actividad física [7]. Torres Huamani en el 2021 examinó en un grupo de 51 personas las circunstancias a las que se enfrentaron durante el periodo de confinamiento (siendo esta una muestra muy similar a la nuestra). Se halló que los participantes informaron haber experimentado cambios sustanciales en su rutina diaria,
especialmente en lo que respecta a la adquisición de alimentos saludables, de igual modo, el 30% de los encuestados afirmaron una falta de actividad física a causa del confinamiento y otro 52% refiere haber presentado una afectación en su estado físico. Entre los resultados de Torres, se evidenció que al menos el 61% de los participantes manifestaron cambios en su peso corporal debido a que su selección de alimentos durante el aislamiento se basó en comidas con alto contenido calórico como pizza, hamburguesa, papas fritas, etc. [8]. Esta similitud entre la preferencia por elegir alimentos pocos saludables y la disminución de actividad física durante el confinamiento, muestra coherencia con lo que nuestro estudio evidenció, donde de igual manera se observó un aumento
en la preferencia de alimentos poco saludables y una manifestación de la inactividad física durante la pandemia. Esta afinidad sugiere que, independientemente del estudio, ambas poblaciones enfrentaron situaciones similares, en las que sus elecciones de alimentos y el equilibrio energético se vieron alterados durante esta emergencia sanitaria. En el año 2021, Anger realizó un estudio descriptivo transversal en 2,616 adultos argentinos (84.9% mujeres) durante el confinamiento, y al igual que en nuestra investigación, se recabó información antropométrica, datos sobre la actividad física, horarios del sueño y fenotipo de comedor alimentario en cada participante. Lo más destacable, fue la detección en el incremento de peso corporal durante la pandemia (40.3%), además de observar que el 77.3% de los sujetos presentaron alteraciones del sueño y que el fenotipo de comportamiento alimentario denominado “comedor hedónico” demostró ser un evidente predictor en el aumento de peso. Los registros de esta investigación y la nuestra, al ser resultados similares, nos guían a la conclusión de que, las emociones negativas interfieren en los hábitos de alimentación y en la higiene del sueño, asociándose al desarrollo de sobrepeso [9]. En Colombia, Zea-Robles (2022) realizó un estudio transversal, observacional en 1,928 personas adultas, durante las semanas 9 y 10 del confinamiento. El objetivo principal era conocer su nivel de actividad física, estado nutricional, hábitos del sueño y también buscaba medir el estrés, la ansiedad y el miedo (unas variables similares a las nuestras) a través de una encuesta. Los datos reunidos, mostraron que el 51.6% de los participantes, confesaron no realizar actividad física a la semana y que un 27.0% de esta misma población, presentaba sobrepeso u obesidad, mientras que el 37.5% mencionaron tener una mejora en sus hábitos alimenticios. En la evaluación de la salud mental, el 72.6% de los encuestaron refirieron experimentar depresión, ansiedad y estrés durante la pandemia COVID-19 [10].
Conclusión
Gracias a la información obtenida y análisis previamente realizado, se determinó que durante la pandemia del COVID-19, aumentó la cantidad de personas que comían en situaciones de estrés y ansiedad, aunado a la importancia que los participantes le daban a la imagen y al peso corporal. Se observó un claro descontrol en la alimentación ya que no solo se buscaba saciar el hambre, sino que también se buscaba obtener cierta satisfacción a través de los alimentos. Existió un incremento evidente en el tipo de comedor emocional durante el aislamiento. Durante el confinamiento, las emociones acompañadas de pensamientos inquietantes demostraron ser relevantes en la alimentación de las personas, debido a que se vivieron muchas situaciones de incertidumbre donde prevalecían el miedo y ansiedad. Dando origen a los comedores emocionales, quienes recurrieron a la comida como un método de consuelo o alivio momentáneo [8]. Esto generó una mayor vulnerabilidad en las personas que desde antes de la pandemia ya contaban con sobrepeso u alguna otra enfermedad no transmisible o que, por el contrario, incrementaron significativamente su peso posterior al encierro. Es por ello, la relevancia de seguir fortaleciendo evidencia sobre los efectos emocionales frente a la alimentación y la salud en periodos de aislamiento en distintos grupos de edad y distintos grupos sociales. Además de buscar estrategias que den solución real a esta problemática, como la implementación de programas educativos a diferentes niveles y la promoción de la salud alimentaria.
Palabras clave: COVID-19 sobrepeso comedor emocional.
2024-06-07 | 240 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 19 Núm.1. Abril 2024 Pags. 46-49 Rev Invest Cien Sal 2024; 19(Supl. 1)