Autores: Zavaleta Abad Raúl Alberto, Palmeros Exsome Carolina , Morales Barradas Nayeli , Hernández Ramón Christian David
Introducción
En América Latina la prevalencia de hambre crónica afecta alrededor del 6.5 % de la población1, debido al limitado acceso o disponibilidad de alimentos saludables suficientes para cubrir sus necesidades básicas de nutrición, lo que contribuye a la inseguridad alimentaria2. En México, datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) de 2020 sobre Covid-19, muestra un incremento de la inseguridad alimentaria leve de 5.8 puntos porcentuales en comparación a los datos de 2018 (38.6% y 32.8%, respectivamente)3. Además, datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en el mismo año, evidenció que el 8.5% de las familias mexicanas se encontraba en situación de pobreza extrema y que cerca del 22.5% de la población no tenía acceso a una alimentación nutritiva y de calidad4. Dicha situación representa un problema específico de las personas que viven en algún estado del sur del país (incluido Veracruz), población que vive en zonas rurales y población indígena, sobre todo, porque son personas que perciben ingresos económicos bajos3. La pobreza, en especial la extrema es considerada un factor de riesgo para la malnutrición ya sea por exceso o bajo peso, situación que afecta niños, niñas y adolescentes5. Las personas en situación de pobreza tienden a consumir alimentos de alta densidad energética, porque son de alta palatabilidad y saciantes5, además de tener menos acceso a opciones saludables debido a su costo y disponibilidad limitada6. Por poner un ejemplo, en América Latina el costo económico a una alimentación saludable incremento en un 5 % entre 2020 y 2021. Ocasionando alteraciones en el estado de salud y de nutrición de los individuos1, específicamente en adolescentes. En México, datos de la ENSANUT Continua 2020-2022 revelaron que, la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad en adolescentes, determinada por el índice de masa corporal (IMC), incrementó un poco más de 5 puntos porcentajes del 2006 al 2020-2022, también se registró una prevalencia del 41.1% durante el periodo 2020-2022 (23.9 y 17.2 para sobrepeso y obesidad respectivamente)7, la inseguridad alimentaria puede ser una causa más de dicho incremento. Analizar el estado de nutrición es importante, sobre todo, porque nos permite monitorear el crecimiento de los adolescentes8, por lo anterior, algunas investigaciones han encontrado que, el exceso de peso en adolescentes se relaciona positivamente con la inseguridad alimentaria, lo que ocasiona a su vez el consumo de alimentos poco saludables como cereales refinados, fritos, empanizados, bebidas azucaradas, y en general, opciones poco nutritivas5. Aunque la relación entre seguridad alimentaria, hábitos alimentarios y estado de nutrición es clara, se requiere evidenciar estas asociaciones en distintos contextos y poblaciones, especialmente en adolescentes. También, es indispensable incorporar índices antropométricos adicionales al IMC para una evaluación completa del estado de nutrición, sobre todo aquellos índices que incluyan la medición de la cintura, debido a que son un mejor predictor del exceso de peso9,10. En este sentido, el presente estudio busca determinar la relación entre seguridad alimentaria, hábitos alimentarios y estado de nutrición en adolescentes veracruzanos.
Material y métodos
El presente es un estudio transversal descriptivo, comparativo y correlacional, en el cual participaron 265 adolescente y sus padres o tutores, de diversas escuelas de nivel secundarias en la ciudad de Veracruz, México; donde el 52.7% son mujeres; la media de edad e IMC es de 13.4 años (DE: 0.63 años) y 22.5kg/m2 (DE: 4.80 kg/m2) respectivamente. A través de un cuestionario, se recabó la información sobre: 1) datos personales, 2) Escala Mexicana de Seguridad Alimentaria (EMSA), 3) cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos (CFCA, utilizado para medir los hábitos alimentarios), 4) Consentimiento informado para los padres o tutores y asentimiento informado para los adolescentes. Estos dos últimos, en concordancia con los requisitos de la Declaración de Helsinkin de 1975 y 5) evaluación del estado de nutrición de los adolescentes (peso, talla y circunferencia de cintura). La EMSA establece que existe seguridad alimentaria cuando ninguna respuesta afirmativa. Además, permite medir grados de inseguridad alimentaria cuando se tiene más de una respuesta positiva (1 a 3 leve; 4 a 7 moderada; 8 a 12 severa). Con respecto al CFCA, contempló los días de las semanas del uno al siete como opciones de respuesta en cuanto a la frecuencia de consumo, además, dicho cuestionario solo consideraba aquellos alimentos o grupo de alimentos que son más consumidos para población mexicana, en términos generales (tortilla, papas, verduras, frutas, carne, huevo, pescado, frijoles, productos lácteos, aceite y azúcar) Para evaluar el estado de nutrición se capacitó a estudiantes de nutrición. El peso fue determinado al valor más cercano a 0.1 kg, utilizando una balanza eléctrica y la talla al valor más cercano a 0.5 cm, utilizando un estadiómetro. Se solicito a los adolescentes portar ropa ligera y sin calzado durante lasa medición. El perímetro de cintura fue medido tomando el punto medio entre la última costilla y el borde superior de la cresta ilíaca, se empleó una cinta métrica metálica. Se utilizaron los siguientes puntos de corte para establecer la presencia de obesidad: circunferencia de cintura (>70 cm) e índice cintura-talla (> 0.50 cm)9,10. Para el análisis de datos se utilizó el software JASP 0.17.3. Debido a que las variables cuantitativas no siguen una distribución normal, se utilizaron métodos no paramétricos como medianas y los estadísticos de U de Mann Whitney para medir las diferencias entre grupos independientes, las correlaciones de Sperman determinaron el grado de asociación entre las variables, con una significancia estadística con un valor p < 0.05; considerando asociación baja entre 0.20 y 0.50; moderada entre 0.50 y 0.80; y alta si es > 0.81.
Resultados
Se observa que la mayoría de las familias (60%) se encuentra en algún nivel de inseguridad alimentaria y el 40% cuenta con seguridad alimentaria (gráfica 1). De las familias que viven con inseguridad alimentaria, el 29.2% corresponde a leve, el 23.1% a moderada y el 7.6% a severa (gráfica 2). Al analizar las diferencias de medianas, se observa que, las familias que viven con inseguridad alimentaria presentan bajo consumo de tortilla (p = 0.022), carne (p = <0.001) y aceite (p = 0.004), además, sus adolescentes reportaron puntaciones más altas en IMC (p = 0.027). Por otro lado, los adolescentes que viven con obesidad abdominal presentan alto consumo de huevo (p = 0.018), pero bajo consumo de leguminosas (p = 0.016) y productos lácteos (p = 0.012). Finalmente, aquellos adolescentes obesos, clasificados así según el índice cintura- talla, consumen menos productos lácteos (p= 0.018) (véase tabla 1 en página siguiente). Al analizar las asociaciones entre las variables, se encontró que, el IMC, la circunferencia de cintura y el índice cintura-talla se correlacionan negativamente con el consumo de productos lácteos (r= -0.224, -0.173, -0.169, respectivamente), además el IMC se asocia positivamente con la inseguridad alimentaria (r=0.124), finalmente, el consumo de tortilla y aceite se correlaciono negativamente con la seguridad alimentaria (r= -0.155, -0.181, respectivamente), como se puede observar la magnitud del efecto de las asociación son bajas (véase tabla 2 en página siguiente).
Discusión
Los adolescentes que viven con inseguridad alimentaria, sin importar la magnitud de esta, presentan puntuaciones más altas de IMC, posiblemente se trate de malnutrición por el exceso de peso, también, en dichos adolescentes, se observó puntuaciones más bajas en el consumo de tortilla, carne y productos lácteos. Dichos resultados son similares con los reportados previamente, mismos que mencionan que la inseguridad alimentaria afecta el estado de nutrición5, lo que provoca alteraciones en los hábitos alimentarios4. Es indispensable utilizar un CFCA más específico, que incluya grupos de alimentos o alimentos catalogados como poco o nada saludables (bebidas azucaradas, dulces, golosinas, carne elaborada y en general alimentos ultraprocesados), porque evidenciamos la asociación negativa entre la inseguridad alimentaria y el consumo de cerne y aceite, es deseable conocer el comportamiento con otros alimentos. Además, se encontró que los hábitos alimentarios de los adolescentes tienen un impacto significativo en su seguridad alimentaria. Los adolescentes que consumen una dieta variada y equilibrada tienen una mayor seguridad alimentaria, mientras que aquellos que tienen una dieta pobre en nutrientes tienen un mayor riesgo de experimentar inseguridad alimentaria. Es importante destacar que la seguridad alimentaria no solo se refiere a la disponibilidad de alimentos, sino también a la accesibilidad y calidad de los mismos. Por lo tanto, es necesario abordar no solo la disponibilidad de alimentos, sino también la accesibilidad económica y geográfica de los mismos, así como la calidad nutricional de los alimentos disponibles. Sugerimos que futuras investigaciones incorporen, además de las variables analizadas, algunas otras relacionadas con el estado de nutrición, como la talla para la edad, presión arterial, glucosa en sangre, hemoglobina y ferritina, también sugerimos evaluar el ingreso económico de la familia y el gasto promedio destinado a la compra de alimentos, además de saber en dónde y como los adquieren. Finalmente se sugieren investigaciones longitudinales para esclarecer como la inseguridad alimentaría afectará el estado de nutrición y los hábitos alimentarios de dichos adolescentes, sobre todo, para establecer asociaciones causales.
Conclusión
Las familias de los adolescentes que viven con inseguridad alimentaria presentan inadecuados hábitos alimentarios, además sus adolescentes reportan un estado de nutrición alterado. Una forma de garantizar la seguridad alimentaria es comenzar con identificar a las familias y las causas de inseguridad alimentaria, para implementar acciones que promuevan el acceso y la disponibilidad del consumo de alimentos saludables, culturalmente aceptables y sostenibles, así, se mejorarán los hábitos alimentarios y el estado de nutrición de los adolescentes.
Palabras clave: Estudiante seguridad alimentaria hábitos alimentarios
2024-06-11 | 442 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 19 Núm.1. Abril 2024 Pags. 89-95 Rev Invest Cien Sal 2024; 19(Supl. 1)