Autor: Santiago Méndez Angeles
Hace apenas un par de años una televisora mexicana transmitió en vivo el momento en que dos mexicanos se ahogaban en el Río Bravo tras huir de la policía fronteriza de Estados Unidos, mientras trataban de ingresar ilegalmente a ese país. El drama protagonizado por esos jóvenes de entre 20 y 25 años sucedió al mediodía. Todos pudimos observar la agonía y la desesperación, el terror ante la muerte, los gritos de auxilio, los manotazos, las burbujas despedidas por la nariz y la boca de esos hombres cuando quedaron exhaustos y dejaron de luchar. La forma en que los dos jóvenes se limpiaban la cara con la mano, cómo se hundían y volvían a emerger en las aguas, todo fue captado por las cámaras. Incluso pudo verse la impericia y, quizá, la desidia de la patrulla estadounidense y de los policías mexicanos para ayudar a quienes se ahogaban. Ni de un lado ni del otro hubo una respuesta que salvara esas vidas. Finalmente los dos mexicanos se perdieron en las aguas, agotados. Poco después sus cuerpos aparecieron flotando boca abajo.
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2004-05-24 | 978 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 2 Núm.11. Mayo 2004 Pags. . Dol Clin Ter 2004; II(11)