Autor: Dorantes Gómez Alicia
Era una noche del otoño acapulqueño deliciosamente tibia y envuelta en un concierto de cientos, quizá miles de diminutas voces de los grillos, artistas nocturnos milenarios, que afanosamente frotaban las alas contra sus largas patas, a modo de violines rudimentarios, obsequiándonos tan singular audición. Arriba, muy arriba, la brillante luna entraba a su cuarto creciente y de vez en vez, la ocultaban pasajeros jirones de nubes; cerca de ella resplandecía Venus, y salpicando el resto de la bóveda celeste, sólo lográbamos percibir algunos de los muchos millones de estrellas que existen en el ilimitado firmamento, desafortunadamente inalcanzables a nuestra humana vista...
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2002-12-19 | 959 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 9 Núm.1. Enero-Marzo 2001 Pags. 40-42. Rev Endocrinol Nutr 2001; 9(1)