Autor: Barragán Solís Anabella
La observación empírica de la variabilidad biológica de los seres humanos ha suscitado un sinnúmero de explicaciones míticas, religiosas, jurídicas, científicas y estéticas, entre otras, que invariablemente diferencian a los grupos humanos atribuyendo características morales y de personalidad según la correspondencia a un tipo físico asignado, lo cual de manera innegable lleva a la jerarquización. A lo largo de la historia los elementos de clasificación de la diversidad humana han pretendido demostrar la existencia de razas humanas con base en caracteres físicos, entre los que se privilegian el color de la piel, las medidas somatométricas de la cabeza, el tipo de cabello, la forma de la cara, la forma de la nariz, la estatura, las huellas dermatoglíficas, los grupos sanguíneos y, más recientemente, marcadores de ADN autonómico y ADN mitocondrial. En la antigüedad los egipcios clasificaron a los seres humanos en: egipcios, los amarillos, los negros y los rubios. Hacia el siglo XVI, los científicos de la época sostenían que los distintos tipos humanos tenían orígenes evolutivos diferentes, que la raza negra tenía como antecesor al gorila, las razas amarillas al orangután y las blancas al chimpancé.
2005-09-07 | 1,358 visitas | 1 valoraciones
Vol. 3 Núm.12. Agosto-Septiembre 2005 Pags. 9-11 Dol Clin Ter 2005; III(12)