Autor: Bonyouchoa Chu Itzel
Todavía lo tengo fresco en la memoria, habré estado en quinto año de primaria, ¿qué edad es esa? 11 años, creo. Corrí cerca del chico que sangraba, se había expuesto al sol, y la epistaxis empezaba a asustarle…empujé a propios y extraños, creo que me sentí ambulancia, ¡a un lado todos, ha llegado la que sabe de “esas cosas”!, el chico habrá quedado más asustado aún al verme correr hacia él, y es que no podía perder tiempo, me aferré a su tabique nasal, justo como había visto hacerlo a mi madre cuando eso me sucedía…y comencé a decirle: Está bien, tranquilo, no es nada, haz tu cabeza hacia atrás, todo está bien, ya se te quita. ¿Y creen? ¡Se le quitó! Ese es el recuerdo más fiel que tengo, mi prueba fehaciente de que esto era lo que tenía por hacer, a lo que vine acá, a ésta vida. Desde siempre había pensado que no venía a armar cochecitos, o a construir casas; acepto que tengo un poco de diseñadora…y mucho de conversadora, pero vine, como lo he dicho, para ayudar a la gente, ¿cuántos de nosotros, estamos convencidos, de que esa es nuestra razón en ésta facultad, en ésta carrera?
2006-07-12 | 1,635 visitas | Evalua este artículo 1 valoraciones
Vol. 1 Núm.5. Noviembre-Diciembre 2004 Pags. 40-41 Bol Med UAS 2004; 1(5)