La neuropediatría en México se inició en dos escuelas, una de ellas formada por el Dr. Arturo López. Hernández Hernández, profesor, compañero y amigo de muchos de los actuales miembros de la Sociedad Mexicana de Neurología Pediátrica, A.C., en la ciudad de México. El Dr. Arturo López Hernández nació en la ciudad de México el 6 de agosto de l938 y vivió mucho tiempo en la calle de Cuba, situada en el centro del Distrito Federal. Desafortunadamente, no conoció a su padre y vivió con su madre y con sus tres hermanas mayores en un medio difícil y con restricciones económicas importantes. Hizo sus estudios de primaria en la escuela Daniel Delgadillo, de la ciudad de México, y su educación intermedia en colegios céntricos hasta que ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde muy pequeño demostró su gran interés por el estudio, siempre con objetivos muy claros y para lograrlos tuvo que trabajar. Así, para solventar los gastos que generaban sus estudios, el Dr. López, siempre bohemio, trabajó tocando la guitarra y cantando con un grupo musical. Su interés por la Medicina fue tan apasionado como el que tuvo en los grandes temas culturales, incluyendo el conocimiento de la música. Su agilidad mental y su memoria privilegiada le permitieron entrelazar estos conocimientos que divulgó siempre con claridad y desinterés en múltiples foros del país y en el extranjero. El 3l de julio de 1971 contrae nupcias con la Srita. Dora Ofelia Pereda Moreno con quien continuó unido hasta su muerte. Para doña Ofelia las cualidades del Dr. López no pasaron inadvertidas –era capaz de recordar datos que la mayor parte de la gente ignoraba y preparaba sus conferencias no como una obligación, sino como un placer. Dr. Arturo López Hernández El fallecimiento del Dr. Arturo López Hernández me trajo reflexiones y recuerdos muy lejanos. Lo conocí en mi curso de Neurología como alumna de pregrado de la UNAM y después de haber terminado mis dos años de residencia en Neurología Pediátrica y aprobar el examen del Consejo en esa especialidad, me dio la oportunidad de ingresar como adscrita a su servicio. Fui la persona que trabajó más tiempo con él en su larga trayectoria en el Instituto Nacional de Pediatría. Compartimos tiempos difíciles pero también la satisfacción de construir los cimientos de un servicio prestigiado de Neuropediatría, en donde la prioridad era tratar de dar la mejor atención a nuestros pacientes y la mejor enseñanza a nuestros residentes. Admiro del Dr. López Hernández el que nunca tuvo como meta proyectar su imagen personal. Él nunca buscó el reconocimiento y apoyo individual, sino reconocimiento y apoyo para su servicio. Es cierto que a veces tenía un carácter difícil y diferíamos en nuestro enfoque; sin embargo, nunca fue arrogante ni prepotente, siempre fue respetuoso y nunca obstaculizó el trabajo de nadie solamente por ser jefe de servicio, sino al contrario.
2006-10-27 | 2,477 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 7 Núm.5. Septiembre-Octubre 2006 Pags. 418-421 Rev Mex Neuroci 2006; 7(5)