Hoy nos enfrentamos a varios problemas de conocimiento y de conocimiento científico ni más ni menos. En una manera muy real nos acercamos a la realización de la noción de que el conocimiento es nuestro destino. En un lado tenemos la preocupación acerca de la biodiversidad y la abismal ignorancia que sobre ella tenemos, aunque es parte de nuestras vidas y esto debería quizás apenarnos; junto a todo esto, se encuentra nuestra ignorancia acerca de lo que los países avanzados están haciendo al respecto, muchas veces con nuestra biodiversidad. Por otro lado está la ignorancia (peligrosa y también abismal) acerca de las extinciones antropogénicas masivas, y, como si fuera poco, nuestro escaso entendimiento sobre el papel de los países avanzados en tales extinciones masivas. En un universo de 20 mil millones de años de edad, nuestro planeta se condensó hace unos 4.500 millones de años; la preciosa vida emergió muy rápidamente, hace unos 3.800 millones de años. Las formas más tempranas de vida fueron cianobacterias, organismos unicelulares fotosintéticos, que cambiaron la naturaleza de la atmósfera de reductora a oxidante, no parece posible imaginarse algo más importante para nosotros que amamos el oxígeno. Masas acumuladas de cianobacterias fueron transformadas en combustibles fósiles, petróleo y gas natural, de los cuales la sociedad humana ha dependido para su bienestar y sobrevivencia durante los últimos 200 años. Estos son tan solo dos ejemplos de la profunda importancia de la biodiversidad y de la necesidad crucial de efectuar programas de conservación.
2007-12-12 | 1,042 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 1 Núm.1. Enero-Diciembre 2003 Pags. 11-12 N O V A 2003; 1(1)