Fragmento

Algunas de las aspiraciones históricas y genuinas del ser humano han sido vivir el mayor tiempo y en las mejores condiciones posibles, y, además, que el periodo final de su existencia transcurra sin sufrimiento. Para hacer menos penosa y dolorosa esta última etapa de la vida, desde hace muchos años los médicos que atienden a pacientes en etapa terminal de alguna enfermedad incurable, restringen su actuación e imponen en la práctica sus propios límites; sin embargo, los límites y las acciones son muy diversos e imprecisos y los médicos actúan, y han actuado, según sus conocimientos y criterio. Con el progreso de la medicina es posible mantener con vida y por tiempo prolongado a pacientes que se encuentran en estado terminal, sin dolor, hidratados, razonablemente confortables y con mejor calidad de vida. Además, ningún estudio ha logrado demostrar que un tratamiento intenso y excesivo modifique de manera significativa la esperanza de vida de los pacientes con enfermedades terminales. Con los cambios sociales y, sobre todo, la modernización de la ética médica, la autonomía de los pacientes ha adquirido una enorme importancia y cada día es más común observar que se responsabilicen y participen en las decisiones vitales y no deleguen en el médico todo el compromiso de su atención; esto último adquiere relevancia en algunas culturas, como la mexicana, en la que familiares o pacientes casi siempre se niegan a ejercer su autonomía y prefieren sólo catar la decisión del médico.

Palabras clave:

2008-11-19   |   1,270 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 24 Núm.5. Septiembre-Octubre 2008 Pags. 353-356 Med Int Mex 2008; 24(5)