La generación de conocimiento, como tarea permanente de la investigación científica, ha sido una preocupación constante del género humano desde que los primeros pensadores griegos, padres de la filosofía moral y de la filosofía de la ciencia, iniciaron sus primeras reflexiones y aproximaciones a la razón del ser y a la búsqueda de explicaciones sobre las causas de los fenómenos biológicos y no biológicos, así lo afirma el profesor Luis Benítez Bribiesca quien en su libro “Una ruta hacia la ciencia” escribe: “desde la más remota antigüedad el hombre ha tratado de encontrar obstinadamente las rutas más directas que lo guíen al descubrimiento científico para poder extraer de la naturaleza su verdad y sus leyes”. Durante siglos esta tarea estuvo liderada por algunos reconocidos personajes con especiales capacidades para observar, plantear hipótesis y diseñar experimentos que pudieran comprobarlas. Hoy, en cambio, la actividad científica es parte del quehacer de muchos académicos, que han ingresado a las filas de aquellos a quienes no se les agotan las dudas, las inquietudes, los planteamientos ni las hipótesis que motivan el ejercicio continuo de la experimentación y la reflexión crítica alrededor de los fenómenos que les rodean, situación que ha estado favorecida por los procesos de integración entre la formación académica y el pensamiento científico, promovidos desde la universidad, traducidos en la formación de grupos y centros de investigación, generalmente interdisciplinarios, que trazan caminos de profundización en temas específicos considerados prioritarios.
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2009-05-16 | 918 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 17 Núm.2. Julio-Diciembre 2004 Pags. 7-8. CES Odontología 2004; 17(2)