Autor: Reyes Pardo Ernesto
Gracias al Señor por habernos prestado por escasos 81 años a un hijo suyo. Gracias al Señor por habérselo llevado en paz, no sin antes permitirle dejar huella en muchas personas y cumplir con creces la misión de un hombre en este mundo. Jorge Humberto, Jorge H., Humberto, el Doctor Reyes, profesor, el Nono, el Gran Campeón, son la misma persona, con un tinte especial para quien lo nombra y lo recuerda. Desde niño, muy especial: abandonó su casa para ser alguien en la vida y, luego de sobrellevar los rigores del frío y el internado de Tunja y las incomodidades de la capital, el flaco y desgarbado se convierte en el médico, compañero y esposo por más de 56 años de una mujer también muy tenaz, vecina del pueblo, pero que sólo logró alcanzar en el sur del país. Y junto a ella continuó su misión de solidaridad y entrega al prójimo. Sus manos especiales y su carisma fueron por cerca de dos décadas la esperanza de quienes sufren la enfermedad de Hansen. De allí su especialidad. En esta época de su vida fue el grupo familiar de los reyes y de los pardo su círculo de amigos. Reducido tal vez, pero donde fue ejemplo, modelo, consejero, confidente, compañero y hasta cómplice. Hoy, quienes compartimos esa época con él, la recordamos con alegría y cariño y nos ufanamos de haberla podido vivir.
2009-05-25 | 727 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 15 Núm.3. Septiembre 2007 Pags. 248 Rev Asoc Col Dermatol 2007; 15(3)