¿Nuestro deporte nacional?

La charrería 

Autor: Carballo Junco José Antonio

Fragmento

Vibrante y jubiloso, elegante coqueteo con el riesgo que culmina en el temerario paso de la muerte, nuestro deporte nacional, al ritmo de la marcha de Zacatecas difícilmente puede ser localizado en los medios de comunicación de nuestro país, absortos en deportes con nombre en inglés. Clasista por excelencia, sus miembros tejen sus redes asociándose en listados de pocos nombres y mucho renombre, mientras que en las escuelas primarias es la vestimenta preferida de infantes y sus padres en fiestas patrias. Desde su origen, la charrería estableció muchas de sus reglas, porque desde la época del Virreinato de la Nueva España a los indígenas les estaba prohibido montar o poseer caballos, con la excepción de los tlaxcaltecas nobles, otros caciques aliados y sus descendientes. Sin embargo, para las labores de ganadería fue necesario emplear a mestizos, los cuales para recibir el permiso debían estar empleados en una hacienda, utilizar sillas distintas a las militares y vestir con cuero o gamuza. A estos hombres de a caballo se les llamó cuerudos, caporales o vaqueros, o bien eran chinacos si eran mestizos con rasgos mulatos o indígenas. Esta situación se mantuvo hasta después de la guerra de Independencia, y fue cuestión de tiempo para que conformaran, primero en el altiplano mexicano y después en casi todo el país, un estilo hípico nuevo adaptado a las características de este variable y accidentado territorio. Durante la Revolución Mexicana el caballo criollo mexicano prácticamente desapareció, debido a su excesivo uso durante el combate. Así que los caballos más utilizados hoy día para la charrería son el cuarto de milla, de origen norteamericano y el caballo azteca que es una raza reciente.

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2009-12-23   |   2,333 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 6 Núm.62. Septiembre 2009 Pags. 16-17 Odont Moder 2009; 6(62)