Si algún acontecimiento ha transformado la historia de los pueblos, tanto como las guerras, han sido las grandes pandemias a lo largo de la historial. Una de las más devastadoras en Europa fue la peste bubónica que afectó al Viejo Continente entre los años 1348 y 1361, y a la que se dio el nombre de “muerte negra”. El término “bubónica” se refiere al característico bubón o agradamiento de los ganglios linfáticos. Esta plaga es propia de los roedores y pasa de rata en rata a través de las pulgas: la pulga pica a una rata infectada y engulle el bacilo junto con la sangre; este bacilo puede quedar en el intestino del animal durante tres semanas y cuando pica a otro animal o a una persona, lo regurgita e infecta. En el caso de la verdadera peste bubónica, los humanos sólo se contagian por la picadura de la pulga, nunca por contacto directo con un enfermo o a través de la respiración. El reservorio más común es la rata negra (Raltus rattus). A diferencia de la rata marrón que habita en las cloacas o establos, ésta tiene a vivir en casa o barcos. La cercanía con el hombre favoreció la traslación de las pulgas ente ratas y humanos, y así se propagó la peste. La enfermedad, ya fuera en el caso de las ratas o de los humanos, tenía una altísima tasa de mortalidad, y en algunas epidemias alcanzó el 90 por ciento de los casos, siendo considerado “normal” un índice de fallecimiento promedio del 60%.
2010-02-10 | 1,548 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 2 Núm.8. Junio 2009 Pags. 25-27 Rev Sal Quintana Roo 2009; 2(8)