Autor: Hincapié Soto Gilberto
Los llamados Decretos de Emergencia Social, promulgados por el Gobierno Nacional, movilizaron a distintos sectores sociales, entre ellos a las Sociedades Científicas que agrupan a las distintas especialidades de la Medicina. Todas éstas bajo las banderas del respeto por la autonomía. Si bien el Gobierno intentó reversar los alcances del Decreto 131 de 2010, donde trazó directrices de lo que deberíamos entender por doctrina médica, autonomía profesional y regulación, dejó sentadas la bases de un lenguaje difícil de entender por quienes aún permanecen o permanecemos aferrados a ese modelo bio-médico o de plena libertad en la relación médico-paciente, amparados incluso en la Ley de Ética Médica (Ley 23 de 1981). Hemos sido ajenos al debate de la transformación, en función de las teorías de la eficiencia y la calidad, del trabajo del conocimiento o calificado, tales como la cirugía en sus distintas subespecialidades, en un trabajo o técnica similar a aquellas que involucran la simple tarea de hacer y mover cosas (mano de obra no calificada) que teóricos como Taylor definieron como tiempos y movimientos. Convertida nuestra práctica médica en esto último, es fácil entender lo de los estándares, protocolos, rendimientos en función de la producción de un bien o servicio, el costo-eficiencia, el costo-beneficio, la costo-efectividad, la calidad, la libre competencia y el mercado, guiados por los parámetros de la medicina gerencial (Managed Care).
2010-05-27 | 1,481 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 17 Núm.1. Marzo 2010 Pags. 7-10 Neurocien Colom 2010; 17(1)