Aunque ésta no es una enfermedad grave que comprometa la vida de quienes la padecen, sí puede incidir en su calidad y afectar tanto el rendimiento escolar, como la productividad laboral y la actividad social, por la alteración de los patrones del sueño, cansancio y disminución de la capacidad de la concentración mental. Clínicamente se la define como un trastorno sintomático de la nariz con inflamación de la mucosa nasal mediada por inmunoglobulina E (IgE) e inducida por la exposición a los alergenos: ácaros del polvo del hogar, caspa de animales y hongos, así como pólenes de árboles, gramíneas y malezas. La persistencia de estos antígenos varía según las estaciones del año y la región geográfica, pudiendo cualquiera de ellos generar una rinitis persistente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado recurrir a la clasificación establecida en el programa ARIA (Allergic Rhinitis and Its Impact on Asthma) que de acuerdo con la duración de los síntomas, se caracteriza en intermitente o persistente; y según el compromiso clínico del paciente se divide en leve, moderada o grave. En conjunto, la rinitis intermitente comprende 20% de los casos de rinitis alérgica y 80% se trata de rinitis persistente. Es un problema de salud pública que afecta a tres de cada diez personas en el mundo, principalmente a aquellas que habitan las grandes urbes. Los síntomas comunes son los estornudos de salva, prurito, secreción y bloqueo nasal. El mecanismo inmunológico de la rinitis alérgica consiste en la liberación de mediadores químicos originados por la activación del mastocito, sensibilizado con IgE específica del alergeno.
2010-09-28 | 858 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 33 Núm.394. Septiembre 2010 Pags. 8 y 9 Prescripción Médica 2010; 33(394)