Autor: Vega García Enrique
Desde su surgimiento, la práctica de la medicina ha desarrollado numerosas premisas; muchas han "envejecido" con el paso del tiempo; otras por el contrario, se han fortalecido y alcanzarán el próximo milenio en todo su esplendor. En este grupo puede situarse la siguiente: Existen muchos problemas de salud que no son etiológicamente diagnosticables, y también son muchos, quizás más, que no son terapéuticamente curables, pero todos, absolutamente todos, son tratables. Menciono la anterior premisa porque si se logra ver, no como definición ética o abstracción administrativa, sino como reto al cual la clínica de todos los tiempos y en especial la actual debe enfrentar, podría ser utilizada como punto de partida a lo que se nos ha pedido sea motivación a la discusión, de un tema del cual se nos hace más asequible disertar con nuestras dudas que con nuestras opiniones. En toda discusión científica que pretenda emitir pronósticos, los elementos históricos adquieren suma importancia y aunque no poseo conocimientos especiales sobre historia de la medicina, estoy obligado a recurrir a ella. En un inicio "el arte médico" era empírico y globalmente conformado y respondía al interés pragmático de "curar" enfermedades o heridas capaces de producir la muerte, cuya explicación era concebida por el misticismo. Desde esa época aparecían diferencias objetivas entre el "arte o práctica" y las corrientes de la religión, la filosofía y la medicina. Esta unidad dialéctica, contradicción motivadora del desarrollo, aún se mantiene en la concepción de la experiencia del arte clínico y del resultado de la ciencia médica. Aunque lo anterior es válido para la clínica en general, tengo suficientes elementos para pensar que el curso evolutivo del arte y la ciencia del diagnóstico, no ha sido similar al de la terapéutica.
Palabras clave: Etica abstracción administrativa.
2003-01-30 | 3,322 visitas | Evalua este artículo 5 valoraciones
Vol. 1 Núm.1. Noviembre-Diciembre 2000 Pags. 38-42. Ateneo 2000; 1(1)